Hoy quiero dedicar unas palabras sinceras y emotivas a mi hijo Javi y a sus amigos, esos compañeros de vida que han sido mucho más que una pandilla: han sido una familia elegida, un refugio compartido, una hermandad de risas, sueños y travesuras.
Porque celebrar los 20 años de un hijo no es solo mirar hacia él, sino también a quienes lo han acompañado en este camino. Y en vuestro caso, amigos de Javi, no puedo más que dar las gracias. Gracias por ser parte esencial de su vida y por dejarme ser, en muchos momentos, testigo y hasta cómplice de vuestras historias.
Una amistad que es más que amistad
Lo que vosotros tenéis no se llama solo amistad. Se llama lealtad, complicidad, crecer juntos. Se llama confianza, bromas privadas, y también discusiones con cariño. Se llama haber formado una pequeña familia donde cada uno aporta lo que el otro necesita.
Yo lo he vivido. No me lo han contado. He estado ahí en algunas de vuestras escapadas, vuestras charlas, coche repleto de zagales, vuestros planes que parecían improvisados, pero que estaban llenos de intención. A veces he querido ataros —con humor y ternura— para que no crecierais tan deprisa y para que os quedarais quietos jajaja.
Pero he aprendido algo: no se puede atar lo que está hecho para volar. Y vosotros voláis bien… juntos.
De traviesos a grandes hombres
Os he visto ser pequeños juguetones, ruidosos, llenos de vida. Y también os he visto convertiros en pequeños grandes hombres, con valores, sensibilidad y un vínculo que no muchas personas tienen la suerte de experimentar.
Y es que vuestra generación a veces se juzga mal, pero cuando uno os mira de cerca, lo que ve es coraje, amistad auténtica y ganas de vivir con intensidad, pero también con conciencia.
Gracias por ser TRIBU
Gracias, de corazón, por estar a su lado. Por construir con él una historia llena de momentos que se recordarán toda la vida. Gracias por dejarme compartir ese mundo, aunque fuera a ratos, desde la cocina o desde el coche, desde el campo del fútbol, desde los cumpleaños, desde las recogidas nocturnas, escuchando conversaciones que me sacaban sonrisas o me hacían pensar.
Y a ti, Javi, gracias por elegirme como MADRE y por elegirme también como espectadora privilegiada. Cuando miro a tus amigos, veo lo mejor de ti multiplicado por muchos.
La vida está hecha de personas. Y vosotros sois, sin duda, de esas personas que suman, que marcan, que dejan huella. Seguid riendo, seguid soñando, seguid siendo esa pandilla hermosa que ha hecho de estos 20 años algo inolvidable.
Con orgullo y amor infinito, os quiero a todos
Rosa
…..esa que a veces quiso ataros… pero siempre os quiso libres
¡FELICES 20 AÑOS A TODOS!